"Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas." (Salmo 139:16)
La primera célula contenía todos los planos para formar nuestro cuerpo. Estos determinaron nuestro desarrollo durante los nueve meses que estuvimos en la matriz y durante las más de dos décadas que nos tomó llegar a la edad adulta. A lo largo de este período, el cuerpo pasó por múltiples etapas, todas ellas dirigidas por la información programada en el interior de aquella célula original.
El salmista no sabía nada de células ni de genes, pues ni siquiera disponía de un microscopio; sin embargo, vio en el desarrollo de su propio cuerpo una prueba de planificación previa. Quizás conociera algo sobre el desarrollo del embrión y concluyera que cada paso debía de obedecer a un plano y un horario preexistentes. Poéticamente dijo que este plan ‘estaba escrito en el libro de Dios’.
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